La Escuela Montessori San Cristóbal que sirve a los niños del albergue, procedentes de otras entidades y de la comunidad, ahora extiende sus ofrecimientos hasta sexto grado y se mudarán a un nuevo espacio que ya construyen.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


La Escuela Montessori San Cristóbal inició con niños del Hogar Casa Cuna San Cristóbal y,
al año y medio de labores, abrieron las puertas a vecinos de la comunidad.

Ruth Gabriela Melián saluda afable desde que abre el portón de entrada del centro educativo del Hogar Cuna San Cristóbal. La directora lo hace con el orgullo de quien sabe que la labor que realizan en la Escuela Montessori San Cristóbal es sobresaliente y a lo largo de nuestro recorrido por el plantel, nos contará por qué.

En la década del 90, el Hogar Cuna San Cristóbal atendía a víctimas de violencia doméstica, evolucionando con rapidez hasta convertirse en un hogar para niños maltratados. La “casita” contigua al hogar que hoy alberga la Escuela Montessori San Cristóbal fue donada por el productor Paquito Cordero y ubica en el barrio Río Cañas de Caguas. 

“Este espacio era del Hogar y no se podía quedar vacío. A la misma vez, (el personal y su Junta directiva) se habían dado cuenta de que los nenes del Hogar que iban a las escuelitas de la comunidad no recibían una educación sensible, consciente a las necesidades de no estar con tus papás y haber vivido trauma, así que deciden que este edificio lo iban a convertir escuelita. Escogieron el método Montessori, me encontraron a mí y arrancaron en el 2014”, cuenta Melián sobre los inicios de la iniciativa educativa en los que fue consultora y luego fungió como guía Montessori del nivel preescolar, Casa de niños, durante los años en que Ivonne Vélez, directora del Hogar, también lideró además la escuela.


Ruth Gabriela Melián, directora de la escuela

Entonces considerado un proyecto educativo piloto, la Escuela Montessori San Cristóbal inició con niños del Hogar y, al año y medio de labores, abrieron las puertas a vecinos de la comunidad. 

“Hemos ido creciendo en el proceso. Ver que sus niños acababan en Casa de niños y se tenían que mover les dolía a los padres, como también les afectaba (a los empleados) que los niños del Hogar fueran a la escuelita de la comunidad después de estar tan bien cuidados aquí. Había resistencia. Así que recogieron dinero en el 2018 y en el 2019 abrimos el nivel elemental hasta tercer grado, aprovechando las oficinas del hogar para habilitar espacios. Ahora hicieron un movimiento similar, desde el 2023 estuvieron recogiendo dinero y este mes de agosto inauguramos la elemental hasta sexto grado en un vagón que se adquirió mediante la recaudación de fondos”, celebra Melián entusiasmada.

La Escuela Montessori San Cristóbal cuenta con una matrícula con 13 niños de Infantil, 0 a 3 años; 21 entre las edades de 3 a 6 años en Casa de Niños y otros 21 en Taller 1 y 2, de nivel elemental. Además de las clases regulares brindan Arte, Música, trabajan un huerto donde se exponen a las lecciones que brinda el desarrollo de la naturaleza y disfrutan de un programa luego de clases que culmina a las 5:30 p.m.

“Hay cosas que pasan a nivel preescolar que uno no verá hasta que el niño sea más grande. Esa es la etapa de sembrar semilla, pero no sabes si será un árbol de mango, un húcar o un flamboyán".
Ruth Gabriela Melián
Directora de la Escuela
Montessori San Cristóbal 

Quienes han respaldado la iniciativa educativa están complacidos con sus logros. Para Melián el proyecto ha demostrado dos cosas fundamentales: “que el método Montessori funciona para sanar el trauma en niños que han vivido negligencia y maltrato, y que debe sostenerse la propuesta para que las familias que no han vivido el traume reconozcan este espacio como uno que también acompaña dentro de los procesos de crianza y educación”.

El vínculo con la comunidad se ha fortalecido con el paso del tiempo. Dos semanas después del huracán María en el 2017, la escuela ya brindaba servicios. Durante el encuentro de familias para prepararse para el año escolar celebrado a finales de julio, un papá compartió una memoria de la pandemia por COVID-19. 

“Él dijo que lo más especial que él sintió de nuestra comunidad fue que le prestamos nuestros materiales para que pudieran trabajar Montessori con los niños en casa y que los llamábamos para preguntar cómo estaban los nenes y cómo estaban los padres también. Contar con un personal capacitado para entender cómo el trauma afecta los procesos de aprendizaje en niños, pero también como impacta a nivel de comunidad es una realidad que hay que trabajar desde la sensibilidad, desde el respeto, desde el acompañamiento y la solidaridad; creo que es uno de los mayores éxitos”, subraya.

LA SEMILLA Y EL ABONO


Actualmente, reciben niños en las etapas: infantil, Casa de niños y Taller 1 y 2 de nivel elemental.

Cuando se trabaja en educación temprana, los maestros están conscientes de que siembran destrezas y probablemente no verán cómo florezcan. Melián indica que fue difícil seguirles la pista a los niños que partían del Hogar en kínder o eran adoptados. 

“Hay cosas que pasan a nivel preescolar que uno no verá hasta que el niño sea más grande. Esa es la etapa de sembrar semilla, pero no sabes si será un árbol de mango, un húcar o un flamboyán. Al principio podíamos saber de algunos niñitos que iba a una escuela cerca y sus informes de progreso decían que terminaban las tareas que iniciaban, tenían gracia y cortesía, que podían controlar un poco sus emociones y, aunque hubiera un problema específico de aprendizaje como déficit de atención o en términos cognitivos, por lo menos terminaban las tareas que iniciaban y les gustaba trabajar. Con el tiempo hemos comprobado que eso se gana aquí, con el currículo de Casa de niños, ese amor por trabajar, esa disposición por hacer es una belleza”, describe Melián.

Una vez establecidos los grados de elemental, pueden recibir niños de mayor edad, tendencia que han visto aumentar luego del establecimiento de Family First, “ahora están llegando a los hogares o bien bebés o niños grandes de hasta seis años”.

“Están poblando nuestra elemental, lo que antes difícilmente veíamos con los niños de los hogares. El currículo de Taller 1 -que es elemental- es bien nutrido en valores y justicia social, así que si en el preescolar preguntan ‘¿qué es esto?’, en elemental preguntan ‘¿por qué?’. El currículo insta a que sigan haciendo preguntas e investigando”, abunda la directora sobre una interminable lista de cuestionamientos que van desde por qué vives en el Hogar, por qué tienes una mamá o dos mamás, por qué no comes carne hasta por qué los dinosaurios se extinguieron.

“Todas esas preguntas tienen una gama de respuestas preciosas para que el niño siga buscando posibles soluciones a un problema. Los niños de Taller 1 pueden salvar el mundo porque dentro de la socialización y los procesos, en ese ambiente buscan la manera de trabajar por un mundo mejor”, dice en torno al aspecto educativo.

En cambio, en el aspecto social se refleja cuan asimiladas están ambas poblaciones: los que viven en el Hogar y los que llegan del exterior.


Como parte del currículo educativo integran Arte, Música, la creación de un huerto
y un programa extendido hasta las 5:30 p.m.

“Lo que se palpa en Taller 1 son niños que a lo mejor estuvieron en otras escuelitas antes de su proceso de transición de su hogar, -aunque fuera maltratante, pero era su casa-, a llegar a un hogar de grupo. Hemos visto es que llegan heridos, pero a nivel elemental entre pares se sostienen, se apoyan, son solidarios, son empáticos; en esa etapa el adulto es importante pero más lo son mis amiguitos”, indica.

La solidez de la relación entre ambos grupos Melián la atribuye a que los niños externos a la escuelita, “han estado aquí desde bebés”.

“No hay que pasar trabajo modelando solidaridad y empatía porque desde pequeños han visto como hay amiguitos que entran y salen, a lo mejor en el preescolar lloran un montón o tienen una manifestación de coraje y ellos mismos van viendo cómo van madurando, entienden por qué cruzan al hogar al salir de la escuela, en las fiestas están sus cuidadores y los saludas y los niños del Hogar saludan a sus papás, es bien natural. La única diferencia que vemos entre ambos grados es que en elemental el niño pregunta”, destaca.

A partir del 2023 la Escuela Montessori San Cristóbal acogió a los niños de la Fundación Hogar Niñito Jesús en Cupey Alto. “Estamos bien contentos, el primer año entraron con cuatro becas, el año pasado con seis y este año tienen diez. Los tenemos desde bien chiquitos también así que estamos bien felices con eso”, señala.

MUDANZA A LA VISTA


La integración con la comunidad y el trabajo desde las etapas primarias del desarrollo
son dos de los pilares de la filosofía educativa que promueven.

“Ya no cabemos aquí, el edificio no aguanta más”, dice Melián durante el recorrido en el que invadimos en silencio el área de trabajo de los pequeños.

“El 16 de octubre de 2024 nos regalaron ese terreno de al frente”, dice Melián señalando el predio de terreno con una estructura, “esta semana comienzan a demoler”.

Sí la Escuela Montessori San Cristóbal cruzará la calle donde se construirá la nueva estructura diseñada por el arquitecto Mario Montilla, quien se ocupó de la remodelación del Hogar. La inversión asciende a $5 millones. “La Junta dice que lo haremos en dos años y medio. El edificio propone dos casas de niños con espacio más grande, mejor espacio para Infantes, para Andarines, áreas de reunión -que ahora no tenemos-, más estacionamiento. En vez de huerto, los nenes dicen que tendremos vacas porque les parece una finca”, cuenta entre risas Melián y aclara, “las vacas no van”. 

 Melián se ha dedicado a liderar voluntades, a encausar intenciones de personas de diversos sectores que comparten el deseo de mejorar la vida de los estudiantes.

“Lo más importante es que la gente sienta que pertenece. Cuando miras lo que la UNESCO tiene que decir sobre la educación de calidad dice que el niño tiene que ser incluido, debe sentir que pertenece y la propuesta de este espacio siempre ha sido eso”, describe la directora. 

“La idea es una escuela con puertas abiertas a la comunidad, se está perdiendo ese tesoro comunitario que hay, queremos rescatarlo y trabajarlo con mucho amor. Así que desde el día uno el secreto siempre ha sido: ‘¿Eres madre de la comunidad y quieres leer un cuento? Ven’. ‘¿Quieres acompañarnos a una excursión o ayudarnos a hacer una receta de cocina?’ ‘¿Eres chofer de autobuses y quieres llevarnos a las giras? Vamos a cotizar contigo’. ‘¿Los vecinos necesitan el estacionamiento para un mercado comunitario? Te lo prestamos. Eso es ser parte de una escuela de la comunidad, que el educador sienta que tiene un rol activo y presente”.

En la escuelita riegan las semillas en sus alumnos para que crezcan sus destrezas de aprendizaje, pero también para que hagan la magia de la sanación. “Creemos en esto. Los mejor de trabajar aquí es saber que estamos haciendo lo que nos gusta, porque educar es nuestra pasión, pero también ayudando al país con una comunidad que no se visibiliza y cuyo trauma no se toma en cuenta. Al principio es una responsabilidad personal y luego de país, los montessorianos decimos que esta es nuestra tarea cósmica, para eso fui escogida”, culmina Melián.

Conoce más sobre el progreso en la Escuela Montessori San Cristóbal aquí: montessorisancristobal.org.

 

Fotos / Javier del Valle

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