Los retos que enfrenta la población de 0 a 21 años en Puerto Rico son persistente. A continuación, te presentamos algunos.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


El tercer sector ha sido fundamental en la atención especializada
a esta población que, cada día, va en disminución en Puerto Rico.

Visibilizar las circunstancias en las que vive la niñez y la juventud en Puerto Rico es el primer paso para entender su situación y encaminarla a su máximo bienestar. Invertir en la niñez -sin olvidar la etapa temprana- siempre será una estrategia que rinda beneficios a corto, mediano y largo plazo en un país.

Si revisamos la radiografía que ofrece el Índice de Bienestar de la Niñez y la Juventud que prepararon los especialistas del Instituto del Desarrollo de la Juventud en el 2022, tenemos un cuadro claro en las áreas de economía, educación, familia, salud y estilo de vida, así como seguridad y riesgo.

No es noticia nueva que el 58% de los menores en el país vive bajo el nivel de pobreza, partiendo del criterio establecido por la Oficina de Manejo y Presupuesto de Estados Unidos. La misma cifra se repitió en los años 2015 y 2017. La mediana de ingreso de las familias con menores fue de $22,335 y, a partir del 2015, el año con menor cantidad fue el 2018 con $19,097.

Un 13% de jóvenes entre los 16 y los 19 años no están matriculados en ninguna institución educativa o formato homeschooling y, tampoco, tienen participación de empleo o lo buscan.

Cuando le echamos un vistazo a los padres de los menores, el 37% no está empleado, lo que complica las posibilidades de desarrollo.

Al prestar atención al área de educación, se refuerza la propuesta del acompañamiento de una comunidad de apoyo para viabilizar el máximo desarrollo de las aptitudes de nuestros alumnos.

Los datos del 2022 reflejan que un 39% de los niños entre las edades de 3 a 4 años no están matriculados en la escuela, mientras que en las edades de 3 a 17 años alcanza un 6%. Un 14% de los jóvenes aceptó que no asiste a clases por sentirse inseguros en la escuela o en el camino a esta.

Cuando de composición familiar se trata, el 61% de los menores en el país vive en familias de padres o madres solteras, un 39% de los abuelos están a cargo de sus nietos y el 5% de las mujeres entre los 15 y los 50 años tuvieron hijos y no cuentan con un diploma de escuela superior. Por cada 1,000 menores de 18 años en el país, el 8.3 de ellos ha sido víctima de maltrato.

El estilo de vida juega un rol fundamental para asegurar la mejor calidad de vida posible. El 15% de nuestros jóvenes está en sobrepeso, según cifras del 2021, y el 30% no realiza actividades físicas. La tasa de mortalidad infantil es de 7.5 por casa 1,000, partiendo de datos del 2022.

¿Protegen nuestras leyes a los niños en su camino a la adultez? ¿Perciben que les protegemos como sociedad? El Índice de Bienestar de la Niñez y Juventud revela las presiones a las que se someten. El 9% de los adolescentes entrevistados en el 2021 reveló que ha considerado seriamente cometer suicidio, el 5% de los jóvenes aceptó haber sido víctima de bullying, mientras que el 4% se involucró en alguna pelea física.

Debe destacar el hecho de que el 4% confirmó haber utilizado marihuana y el 20% bebió alcohol.

MÁS DATOS, MÁS RETRATOS

En el marco de abril, mes de la niñez en edad temprana, indagamos el estado de la niñez en la isla en los renglones de economía, educación, familia, salud y estilo de vida, así como seguridad y riesgo.

Diversas organizaciones sin fines de lucro en el país también presentan retratos de los niños y jóvenes a los que sirven. En Nuestra Escuela, que recupera el interés por el aprendizaje y el desarrollo de desertores escolares, han confirmado que, de los estudiantes con los que trabajan en su proyecto de educación alternativa, el 40% abandona la escuela antes de graduarse y que el 82% de niños y jóvenes viven en zonas de alta pobreza.

En el caso de Proyecto Nacer, organización que estimula la educación de padres adolescentes y de sus hijos, presentaron un perfil de sus estudiantes. Destacan que las edades de los padres adolescentes en escuela superior y universitarios se distribuyen en dos grupos: los participantes de 17 años componen el 75% de sus participantes y el 25% ya es considerado mayor de edad tras alcanzar los 18. Cuando indagaron en el momento en que abandonaron la escuela tradicional, el 35% lo hizo en décimo grado, el 26% en noveno y el 20% en undécimo grado. Los hijos de estos adolescentes reciben servicios de educación temprana hasta kínder en la organización al tiempo que sus padres se educan.

A estos desafíos se suma la realidad consignada por el censo que reflejó las transformaciones entre el 2010 y el 2019 en Puerto Rico. Según el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, la población menor a 18 años en el país se redujo en un 36%; de 897,024 en julio de 2010 a 572,731 en el 2019. Si antes este grupo representaba el 24% de la población, ahora es el 18%. La pirámide poblacional muestra una base más estrecha al indicar la merma en infantes, niños y adolescentes.

En el 2023, el número de nacimientos en Puerto Rico fue el más bajo desde 1888, cuando se comenzó a llevar registro.

Datos de la Encuesta de la Comunidad para Puerto Rico del Censo de Estados Unidos consignados por la Administración para el Cuidado y Desarrollo Integral de la Niñez (ACUDEN), la población de niños menores de 5 años totalizó 121,814 en el 2021. Los municipios con mayor densidad poblacional en estas edades son San Juan, Bayamón, Ponce, Carolina y Caguas. Por el contrario, los municipios de Culebra, Maricao y Las Marías ostentan la menor cantidad poblacional de niños menores de 5 años.

Cabe destacar que, en el renglón de pobreza, Vieques es el único municipio en el que toda su niñez vive bajo condiciones de pobreza. Altas tasas de pobreza fueron identificadas en Guánica, Patillas y Las Marías. De otra parte, el escenario para esta edad varía en Yauco, Culebra y Guaynabo, municipios con menor proporción de pobreza.

¿Cómo mejoramos las condiciones de vida de ese grupo de residentes de la isla? El tercer sector, sin duda, lo tiene como prioridad en su agenda. Estimular mejores condiciones de vida y desarrollo para los menores de edad y sus familias será el objetivo compartido.

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