Especialistas de la Casa Protegida Julia de Burgos te orientan sobre las señales que anticipan la violencia doméstica y comparten definiciones de amor que debemos desaprender.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Lenna Ramírez Cintrón coordina el programa educativo de Casa Julia.

Cuando una sobreviviente llega a un albergue no solo teme por su vida, sino también por la de sus hijos. “Es el catálitico para tomar la decisión de salir de un ciclo de violencia”, dice Coraly León Morales, directora ejecutiva de la Casa protegida Julia de Burgos.

“Muchas veces ya ha habido instancias de violencia física o amenaza de daños a terceros o a la propiedad. La mayoría de las sobrevivientes tienen recursos económicos muy limitados o no tienen y llegan con lo que tienen puesto. Nosotros nos encargamos de suplir esas necesidades básicas, de cubrir medicamentos, de coordinar citas médicas, servicios terapéuticos, pudimos sumar una enfermera y un siquiatra a nuestro equipo de trabajo y también se le hace representación legal, así que tenemos un equipo multidisciplinario para empezar a fortalecerla”, agrega la directora.

En cuanto al agresor, es su pareja y mayormente es hombre, aunque han atendido casos de violencia entre parejas del mismo sexo. Se pueden identificar problemas con sustancias controladas o con alcohol y experiencias o relaciones previas en las que ha habido algún tipo de violencia.


Coraly León Morales reconoce que la amenaza a los hijos suele ser
el detonante para que una mujer busque ayuda.

Casa Julia apuesta por la educación para frenar la violencia doméstica o impedir que comience.

“Tenemos una técnica social que hace el contacto comunitario y por el asunto del COVID-19 ese proceso se ha transformado. Se siguen dando talleres a distancia a través de nuestras plataformas y siempre estamos en la disposición para acudir a escuelas, organizaciones y agencias; hace poco ofrecimos una charla sobre confidencialidad a interceptoras legales en la Administración de Tribunales. Dos viernes al mes, nuestra técnica social invita distintos recursos y en la última charla participó Diana Valle Ferrer, quien habló de su libro ‘Mujeres y resistencia’, sobre los patrones de protección que crean a su alrededor mujeres que viven con un agresor como pareja”, expone León.

Lenna Ramírez Cintrón es esa técnica social que se ocupa del componente educativo de la organización.

“Ofrecemos talleres para entender qué es la violencia de género y los procesos de sanación; hablamos de autoestima, de qué sería una relación saludable, buscamos entender todo lo que gira alrededor de la problemática de la violencia de género con miras a tomar mejores decisiones en el futuro”, menciona Ramírez.

“Para mí es fundamental coger una canción que parece muy bonita y muy romántica y mirar con otros ojos lo que quieren decir sus letras; ese nivel de posesión, decir ‘si me dejas no podría vivir sin ti’ que no es saludable”.

La falta de apoyo es uno de los obstáculos principales para abandonar una relación de pareja violenta.

“Si tú no tienes una base familiar o una base de apoyo es más difícil darte cuenta cuando vienes de patrones de violencia; qué es lo que viste en tu casa, qué vemos en un país tan violento, muchas de estas posturas y de estas ideas machistas las hemos normalizado y vemos, por ejemplo, que los celos son normales. Cuando llegas a Casa Julia, que en su nombre lleva la palabra protegida, es para que este espacio sea de sanación y protección, y empezamos a ver cómo hay una transformación porque ellas se sienten acompañadas”, indica Ramírez sobre las sobreviventes.

LA SOMBRILLA DE LA VIOLENCIA

La violencia puede aparecer en contextos de noviazgo, trabajo o situaciones familiares. La violencia de género, indica Ramírez, es una sombrilla que abarca el acoso, el acoso callejero y la violencia doméstica. Para no alimentarla, debemos repensar todo lo que culturalmente hemos dado por bueno a lo largo de los años, pero puede incentivar conductas violentas

“Debemos ponernos los lentes violeta de la perspectiva de género para ver esa diferencia en conducta que se empieza a notar desde que los niños son muy pequeños”, invita Ramírez.

En esa época le preguntamos a los niños cuántas novias tienen mientras que a las niñas les decimos que no pueden tener novios, que ellos no lloran y ellas sí, que ellas serán rescatadas por ellos. Cuando esos mensajes los valida la familia, la escuela y la iglesia, entre otros grupos, se crean unas nociones idealistas que cuando chocan con la realidad son imposibles de manejar para algunas personas. Ésas son algunas raíces de la violencia.

“Para mí es fundamental coger una canción que parece muy bonita y muy romántica y mirar con otros ojos lo que quieren decir sus letras; ese nivel de posesión, decir ‘si me dejas no podría vivir sin ti’ que no es saludable. Esos son los mitos del amor romántico que dicen que yo necesito mi media naranja para ser feliz. Hay que empezar a cuestionar eso y entender que las relaciones saludables son democráticas, de bienestar y equidad, en las que se establecen acuerdos con los que las personas se sienten bien y libres. En las relaciones violentas hay control y una parte le quita el poder a la otra”.

Los mitos del amor romántico también nos han dicho en películas y canciones que para ser mujeres exitosas hay que tener una pareja que cuidar y a la cual complacer anticipando sus deseos, que debemos soportarlo todo y perdonarlo todo.

“Ese proceso de desaprender es complejo y duro porque llevas toda una vida pensando que las cosas son así y no son así, eso puede traer hasta miedo. Esa persona debe tener cerca alguien que más que regañar o juzgar, la escuche y pueda darle la mano en momentos difíciles”, exhorta Ramírez.

Si necesitas orientación en Casa Julia, llama al 787/723-3500.

 


Así son las relaciones de noviazgo que pueden terminar en violencia:

 

• tu pareja te pide las contraseñas de tus redes sociales


• te llama por videollamada para asegurarse que estás donde dices


• insiste en que si no te cela, no demuestra su amor


• te exige que le des el celular para comprobar con quién estás hablando


• pretende controlar con quién te relacionas


 

*Fuente: Casa Protegida Julia de Burgos

 

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