Inspirados en nuestros niños y jóvenes, provocamos la creación, el cambio y el crecimiento para construir un mejor país.
Creamos. Cambiamos. Crecemos.
Creamos. Cambiamos. Crecemos.
Creemos en una filantropía que propicia cambios en la situación social y económica de nuestros niños y jóvenes para que desarrollen el máximo de sus capacidades sin que se vean limitados por su entorno.
Nuestra misión
Impulsar la movilidad social en Puerto Rico
Impulsar la movilidad social en Puerto Rico
Cómo lo hacemos
Apoyamos a organizaciones sin fines de lucro que trabajan en la creación de oportunidades para que niños y jóvenes en condiciones de vulnerabilidad puedan alcanzar su pleno potencial, en especial los niños en edad temprana, sus familias y sus comunidades.
Invertimos estratégicamente en el desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente.
Apoyamos a organizaciones sin fines de lucro que trabajan en la creación de oportunidades para que niños y jóvenes en condiciones de vulnerabilidad puedan alcanzar su pleno potencial, en especial los niños en edad temprana, sus familias y sus comunidades.
Cómo lo hacemos
Inversión 360º
Invertimos estratégicamente en el desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente.
Creemos que los primeros años
de formación en los niños y niñas
sientan las bases de su crecimiento
y desarrollo en el futuro.
Creemos en el potencial de la educación, las artes y la cultura como herramientas transformadoras en la vida de un niño, un joven y su comunidad.
Creemos que el entorno familiar y comunitario de los niños y jóvenes juega un papel fundamental en su integración social y su aportación al bienestar colectivo.
Por primera vez, un centenar de niños y jóvenes disfrutaron de juegos de pelota en vivo en el estadio Hiram Bithorn.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Antonio Muñoz, padre e hijo, líderes de MB Sports junto a Arleen Muñoz, oficial de programas senior de la Fundación Ángel Ramos. Foto / Suministrada
Estaban los peloteros, que acudieron a la cita uniformados, y estaban los que no juegan béisbol, pero lo disfrutan como fanáticos. Para ambos grupos, era la primera vez que entraban al estadio Hiram Bithorn en Hato Rey a presenciar un juego en vivo.
La oportunidad fue aprovechada el pasado sábado, 1 de febrero por un centenar de niños y jóvenes entre los 3 y 17 años. Participantes de distintas organizaciones sin fines de lucro, junto a sus padres, maestros o tutores acudieron al día inaugural de la Serie del Caribe, invitados por la empresa MB Sports, presidida por Antonio “Toñito” Muñoz, y la Fundación Ángel Ramos (FAR).
En el grupo había participantes del Oratorio San Juan Bosco y del Colegio San Juan Bosco, del Politécnico Amigó y la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos, todas instituciones ubicadas en San Juan y, también, del Proyecto Niños de Nueva Esperanza, situado en Toa Baja.
“Fue una experiencia increíble ver sus caritas de emoción al entrar al parque. Algunos de estos niños viven a diez minutos del estadio y nunca habían entrado, ni habían visto un juego en vivo. Disfrutaron toda la experiencia con mucho respeto y alegría, tuvieron un comportamiento excelente”, resaltó Arleen Muñoz, oficial de programas senior de FAR.
El grupo asistió al partido entre Colombia vs. Venezuela y al de México vs. República Dominicana.
Participantes del Proyecto Niños de Nueva Esperanza. Foto / Suministrada
“Los chiquitines de Nueva Esperanza juegan en una liga en Sabana Seca, así que fueron con sus uniformes de peloteros. A mi lo que me encantó es que ellos disfrutaron hasta coreando la música del órgano que ponen en los parques”, describe Muñoz sobre la fanfarria característica del béisbol.
Este es el tercer año en que MB Sports y FAR se unen en esta iniciativa que les permite a sus invitados pasar el día entero en el parque. En el 2014 y en el 2015, otro grupo disfrutó de clásicos y series de béisbol.
“Para algunos esta visita les cumplió un sueño, es una huella que les durará toda la vida”, celebró Muñoz para concluir.
La fotógrafa Tari Beroszi presenta en el primer piso del Edificio Ángel Ramos en Hato Rey esta nueva colección de fotos que juega con lo difuso, lo accesible y nuestra historia.
Por Tatiana Pérez Rivera
En Turquía, en India o en Francia, en cualquiera de los múltiples lugares que ha visitado la artista Tari Beroszi, ha tenido que responder la misma pregunta: “¿y ustedes qué son?”. Aluden a nuestra situación política y Beroszi, al igual que todos los boricuas, ofrece las más ingeniosas respuestas para explicar nuestro inusual vínculo con Estados Unidos.
El CPA Roberto Santa María, presidente de la Fundación Ángel Ramos; Adlín Ríos Rigau, integrante del Comité de SalaFAR; la artista Tari Beroszi; Laura López, directora ejecutiva de la Fundación Ángel Ramos e Irene Esteves, coordinadora de SalaFAR.
Visibilizar nuestra existencia es el germen de esta exposición. Beroszi hace uso de distintos momentos de nuestra historia moderna, así como de coordenadas geográficas, para crear imágenes fotográficas aparentemente difusas a primera vista, pero llenas de información si las aprecias con detenimiento. De eso se trata La isla invisible, muestra que ya abrió al público en nuestra Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos, SalaFAR, ubicada en el primer piso de nuestra sede en el Edificio Ángel Ramos en Hato Rey. La entrada es libre de costo.
“El proyecto es una manera poética de contar la historia de Puerto Rico”, dice la fotógrafa y creadora de instalaciones.
“La historia se puede contar de muchas maneras: verbalmente, por escrito en un libro de Historia. A través de estas fotografías, yo intento plasmar parte de la historia de Puerto Rico. En la parte inferior de cada imagen, inscrita muy sutilmente hay una ley, un tratado o un evento que ha marcado nuestra historia y nos ha llevado hasta el punto donde estamos hoy en día. Esta es una manera de situarnos en el mundo y de visibilizar nuestra situación”, afirma Beroszi, natural de Bayamón y residente en Santurce.
La serie de fotografías fueron trabajadas en el 2019, algunas en la época en que transcurrían las protestas del Verano del 19. La fotógrafa recuerda que escuchó una entrevista en la que un exgobernador opinó que “Puerto Rico no es un país”. “Sí lo somos”, responde la artista cada vez que regresa a esos días.
Las imágenes en esta exposición muestran un paisaje difuso para resaltar los conceptos de confusión, duda, memoria e invisibilidad, pero, en alguna parte, una grieta rasga dicha niebla y permite ver lo que se oculta tras de ella.
“Primero yo imagino la escena, después busco los recursos para recrearla y hacerla posible fotográficamente. El ojo del espectador la completa con su bagaje y la interpreta, y ya ahí el artista no tiene control sobre nada. Algunos espectadores la interpretan de una manera que jamás imaginaste”, sostiene Beroszi.
LA ELEGIDA
La artista no era de las que andaba cámara en mano desde la infancia. Estudió dibujo en la Escuela Central de Artes Visuales por siete años y, de pronto, “la fotografía me escogió a mí, me atrapó sin yo darme cuenta”. “Jamás pensé que sería fotógrafa”, confiesa la ganadora de la Beca Lexus para Artistas en el 2013 y quien recibió en el 2010 un Premio de Honor de la Savannah College of Art & Design.
Sin intención de “ser periodista ni nada de eso”, en el 2002 Beroszi completó un bachillerato en Comunicación Pública en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, donde se concentró en el aspecto audiovisual.
Curiosa por saber más, recogió sus bártulos en el 2005 y partió a París, donde culminó un máster en fotografía en el Spéos Photographic Institute. Su deseo de enseñar a otros la llevó a terminar en el 2010 una maestría en bellas artes con concentración en fotografía del Savannah College of Art and Design en Atlanta, Georgia. Su obra ha sido expuesta en Puerto Rico, España, Francia y Estados Unidos.
“Mis fotografías no son documentales ni de cosas que yo encuentro en la calle, son creadas desde cero porque estoy dando un mensaje desde mi percepción del mundo”.
“La fotografía es un medio doblemente visual porque el fotógrafo es un ojo y la cámara es otro, es como si fueran dos ojos mirando a la misma vez. El de la cámara es el lente, que tú lo puedes desenfocar y tú puedes jugar con él, puedes abrir la apertura, la puedes cerrar, y me interesa mucho el tema de cómo percibimos el mundo. Mis fotografías no son documentales ni de cosas que yo encuentro en la calle, son creadas desde cero porque estoy dando un mensaje desde mi percepción del mundo”, explica Beroszi.
Desde el 2010 la artista ejerce como profesora de arte y fotografía y ha impartido clases en la Universidad del Sagrado Corazón como en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Aunque muchos de sus estudiantes no serán artistas, le complace ver el saldo en sus vidas de conocer el arte.
“Todo el mundo tiene una sensibilidad y tienes que desarrollarla porque eres humano. Que la exhibición esté en SalaFAR es fabuloso porque estás llevando el arte a la gente y debería ser así siempre, debemos exponer al público que no lo conoce a actividades y eventos que los sensibilice”, exhorta.
Para horarios e información sobre SalaFAR, llama al (787) 763-3530.
FOTOS / Javier del Valle
¿Qué es SalaFAR?
1-Establecida en el 2010, esta sala de exposiciones nace con el propósito de abrir sus puertas al trabajo que realizan artistas plásticos en Puerto Rico.
2-Dos bienales celebradas en el Museo de Arte de Puerto Rico han reunido lo mejor de las exposiciones presentadas en estos años.
3-Cada muestra en SalaFAR genera un programa educativo con actividades abiertas al público y libres de costo.
¿Qué hace fuerte al G8, qué fortalece sus vínculos y proyectos? Entérate de qué guía su labor aquí.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
El Caño Martín Peña reclama atención y acción. Sus residentes también. La diferencia es que hace 18 años se organizaron bajo el Grupo de comunidades aledañas al Caño Martín Peña, mejor conocido como G8, para identificar sus problemas comunes, encontrar soluciones juntos y ponerlas en práctica. El liderato los ha hecho más fuertes.
La organización agrupa a los residentes que viven al norte del cuerpo de agua, Barrio Obrero Marina, Barrio Obrero San Ciprián, Buena Vista Santurce y Cantera, y a los del sur como Parada 27, Las Monjas, Buena Vista Hato Rey, Israel y Bitumul.
Lucy Cruz, presidenta del Grupo de las Ocho Comunidades Aledañas al Caño Martín Peña.
Lucy Cruz, presidenta del G8, señala que al principio los unió el deseo de conseguir el dragado del Caño Martín Peña y luego se percataron de que debían asegurarse de ser ellos quienes disfruten del mismo. Así nació el Fideicomiso de Tierras que les ayudó a proteger su pertenencia al lugar con la Ley 489.
“Con esa ley se crea el Proyecto Enlace del Caño Martín Peña, se trabaja la implantación del plan de desarrollo integral del dragado y se aprueba el Fideicomiso, que es un título colectivo, y manda a que el G8 fiscalice que la corporación haga su trabajo y que el Fideicomiso vele por su comunidad y así evitar la gentrificación. Pero no nos íbamos a detener solo en la lucha del dragado y en la permanencia de la comunidad, sino que también nos involucramos en un proceso de desarrollo y crecimiento de los niños, los jóvenes, los adultos y los adultos mayores porque hay muchas generaciones dentro del Caño y creamos muchos proyectos para mejorar la calidad de vida de sus 25 mil residentes”, señala Cruz.
Algunos de esos programas son Redes del Caño, que ayuda en la disfusión de información, o los torneos de baloncesto, voleibol y balónmano. Los mismos no solo estimulan el deporte sino que sus talleres compulsorios ayudan a los participantes a conocer sobre temas como el agua contaminada durante inundaciones, el acoso o el sentido de pertenencia. El grupo de Líderes Jóvenes en Acción (LIJAC) recibe vecinos entre los 8 y 16 años, aunque otros grupos llegan hasta los 26, quienes en reuniones semanales aprenden sobre tenencia colectiva, entre otros temas, y reciben apoyo en las discusiones de trabajadores sociales y sicólogos.
“No hace falta tener un bachillerato, una maestría para que te lleven una información y te la expliquen otros residentes en tus propias palabras, es más fácil comprenderlo”.
Cuando comenzaron, recuerda Cruz, el G-8 solo contaba con 15 líderes. “Luchábamos con la apatía de la gente que pensaba que íbamos a representar a algún partido político. Cuando se dan cuenta de que en nuestras reuniones no hay ningún político involucrado cambian sus perspectivas y entienden que tiene que haber un proceso que beneficie a todos. Ahora en el 2019 tenemos más de 120 líderes voluntarios”, resalta orgullosa la jefa del G8.
Por eso prometen jamás darle cabida a la política partidista en la organización. “Nunca hablamos de eso, ni de religión, ni de dónde tú vienes, porque vives en esta comunidad y te inundas igual que yo. El respeto de la diversidad es la clave del éxito del G8, por eso podemos ir a cualquier gobierno a dialogar y a exigir que hagan su trabajo. La comunidad es como tu mano, no todos los dedos funcionan igual, pero juntos son mayor fuerza”, describe la presidenta.
“Tenemos más de 32 proyectos, aquí hay buena esperanza y buena semilla dentro de la comunidad”, celebra Cruz.
CAMBIOS PALPABLES
“He podido ver los cambios en la comunidad”, opina, de otra parte, Raydenisse Ramírez Osorio, residente de Buena Vista Santurce. “Sobre todas las cosas la unión, el trabajo que se hace en equipo, ver cómo se mueven las personas para trabajar por algo en específico. Hay un grupo de líderes que te buscan y te dicen ‘queremos hacer esto’ y antes no lo había”.
Ramírez fue una de las familias que se benefició de la iniciativa “Techos pal Caño”, que arregló algunas residencias luego del paso del huracán María. De igual manera, sus hijos pertenecieron al programa de jóvenes de la comunidad LIJAC, que refuerza el liderato, les encamina en sus estudios y en sus primeras experiencias laborales.
“Podríamos decir que toda la vida”, dice sobre su relación con los programas del G8. “Mi hija empezó a los 11 años en LIJAC y ya tiene 20. Ha sido de mucha ayuda como ser humano para ella crecer ahí y para mi como madre verla en ese proyecto”.
Ramírez resalta que como residente, tener acceso a la información “te hace sentir más seguro”. “No es lo mismo que antes yo escuchaba a mi papá hablar del dragado del Caño y tú decías ‘ajá, qué es eso’, pero ahora lo escucho y veo qué cosas están sucediendo que se están cumpliendo, que mi papá decía ‘eso no lo vas a ver’”, declara la madre que se ha convertido en el enlace de su calle con los líderes comuniarios, rol que nunca pensó asumir pero que lo hace porque “cuando tú ves que están pasando tantas cosas positivas, pues tú dices ‘quiero ser parte de esto’.
“No hace falta tener un bachillerato, una maestría para que te lleven una información y te la expliquen otros residentes en tus propias palabras, es más fácil comprenderlo”, afirma y agrega. “En estos momentos me siento orgullosa de decir que petenezco a las comunidades del Caño Martín Peña donde quiera que me paro, igual que mi familia y que mis hijos porque hemos visto que es una comunidad que trabaja, que se une y que ha logrado grandes cosas. Les agradezco mucho, por las situaciones que pasamos después de María tenemos un techo que es bien importante y no todo el mundo lo ha podido lograr”.
Juan García, mejor conocido por “Cholo”, es uno de los líderes en su comunidad, Buena Vista Santurce, y recuerda a la perfección el modo en que lograron ayudar a Ramírez luego del huracán María. “Ahí es que me siento bien”, dice sobre su trabajo voluntario desde hace cinco años, tras imitar a su esposa y a su hija.
“Lo mejor de ser líder es ayudar a las personas de todas las ocho comunidades, no es de donde yo vivo nada más. Ser líder es ayudar a muchas personas que no tienen conocimiento de las ayudas que le brinda el G8, a los que no tienen recursos y con la ayuda de mis compañeros líderes les proveemos un ambiente más agradable”, explica García quien reconoce es muy apreciado ya que nació y se crió en su comunidad.
Destacó que si los residentes no van a las reuniones, no conocen el trabajo que se realiza y podrían desconfiar, pero es fiel creyente de que “si no hubiera líderes, no hubiera comunidad” y confiesa que “si el G8 no hubiera existido, no hubiera sido líder porque esa no era mi línea”.
“Un buen líder debe ser honrado para que la gente le tenga cariño”, asegura.
García piensa en el futuro de su comunidad y agrega: “ya nosotros estamos viejitos y en el programa de los LIJAC Pro, esos jóvenes están apreniendo cómo se trabaja para seguir sustituyéndonos”.
El relevo generacional es el gran acierto del G8.
Grupo de las Ocho comunidades aledañas al Caño Martín Peña
¿Qué aspiran lograr?
Agrupar las asociaciones comunitarias aledañas al Caño Martín para promover el interés y la participación asertiva y efectiva de los residentes mediante el desarrollo y la implantación de programas, estrategias, y actividades dirigidas a la permanencia , la autogestión y el desarrollo integral de las comunidades. Promover la participación de los residentes en la toma de decisiones, fiscalizar la implementación del Plan de Desarrollo Integral escogido por la comunidad, promover el fortalecimiento del liderato comunitario y de los residentes, y fortalecer el sistema educativo de las escuelas del área para que sea cónsono con la realidad de las comunidades.
Un logro significativo reciente
Lograr un acuerdo colaborativo con el Departamento de Educación para crear la primera Escuela Especializada en Liderazgo y Transformación Social y el desarrollo de un currículo participativo.
El conocimiento lo tienen, la capacidad también. Por eso Caras con Causa comienza a recoger los frutos de su labor para eliminar la pobreza en comunidades de Cataño y Guaynabo norte.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Las caras de la pobreza son múltiples, superan la idea de un toldo azul sobre una casa frágil y la organización Caras con Causa lo comprendió desde que empezó a actuar en la zona norte de Guaynabo y en el pueblo de Cataño desde el año 2004. ¿Qué hacen? Acompañar, educar, encaminar una nueva percepción de la vida, concienciar sobre la naturaleza y la búsqueda de posibilidades para residentes en comunidades como Vietnam, Sabana, Amelia, Puente Blanco y Juana Matos, entre otras.
Michael Fernández Frey, director y fundador de la organización, asegura que el rol principal de la misma es “acompañar a la comunidad, escucharlos y entender su visión de lo que podría ser, dentro del contexto que están enfrentando, y junto a ellos desarrollar proyectos que puedan alcanzar esa visión enfocada en ganar esa calidad de vida”.
Michael Fernández Frey y Taylis Medina Díaz.
Caras con Causa define la pobreza como una carencia de acceso y capital a la calidad de vida, entendida según seis principios del desarrollo humano: vivienda, ciudadanía, educación, salud, oportunidades de empleo y democracia.
“Lo que hemos visto es que la marginación ha sido perpetuada históricamente en Puerto Rico y que es difícil salir de ella, y la manera en que nosotros trabajamos con ese tema es sumergiéndonos en la pobreza y en la realidad de la comunidad y entendiendo desde ahí qué activos existen en la comunidad y a su alrededor sobre los cuales la comunidad pueda levantarse”, puntualiza Fernández.
Los participantes de programas que brindan tutorías y mentoría luego de salir de la escuela o de acceso a la reserva natural de la zona mediante el proyecto “Raíces urbanas”, entienden que están en desventaja.
“Esa carencia se puede superar desde la capacidad del individuo. Estamos enfocados en potenciar al individuo para su autorrealización, pero tomando en consideración que ese individuo es más fuerte cuando se une a otros y que dentro del colectivo es que entonces podemos empezar a crear el cambio. Por eso es que nuestro acercamiento es holístico y no es un servicio el que proveemos, es un acompañamiento que tiene que ir de la mano con una visión de autogestión comunitaria”, propone el fundador de la organización.
Para la mayoría de la población, quizás la pobreza se asocie solamente con una persona que no tiene dinero o que vive en una casa maltrecha. “Pero esto tiene más facetas”, advierte Fernández.
Menciona que con toda probabilidad, “esa persona que vive en ese hogar tiene hijos que acuden a una escuela que no funciona correctamente, y de regreso atraviesa puntos de drogas y muchas barras”.
“Y llega a la casa y está solo porque mamá o abuela están trabajando ya que, al no tener educación, no consiguen un trabajo que les permita elevar su rango socioeconómico y les dan los peores turnos. Y si con suerte vive también con papá, sabe que trabaja manteniendo el punto y que su trabajo empieza por la noche y por la mañana te levantas sin saber si lo vas a volver a ver. Y ese trabajo es una opción si no te gradúas de cuarto año o si te gradúas, pero no tienes la preparación necesaria para culminar un bachillerato”, expone a manera de ejemplo.
“Hay muchos boquetes y se expone a muchos riesgos”, resume Fernández la vida de muchos participantes de los programas de la organización. “Pobreza es un contexto y se reacciona a eso. Por eso les hablamos mucho de la resiliencia y vemos cómo lo integramos a los proyectos para que entendamos que podemos tener una meta mayor e ir por ella, pero para eso tenemos que tener destrezas”.
‘MISI, ¿PODEMOS AYUDARTE?’
Tailys Medina Díaz lo entendió pronto. Tiene 14 años, pero comenzó a aprovechar las tutorías que ofrece Caras con Causa desde primer grado. “Me han ayudado mucho, mucho”, confesó. Mejoró mucho mis notas y mis métodos de estudio no eran tan buenos y ahora son excelentes. Antes yo sentía que realmente no lo iba a lograr y ahora solo lo que digo es ‘lo voy a lograr’, ‘voy a ser mejor persona’, ‘voy a hacer todo lo que me proponga’”.
Con ella coincide la madre voluntaria del programa, Tarin Díaz Pérez. Asegura que tanto a su hija como a ella la organización les ha ayudado “a crecer como personas”. Aplaudió el “cambio positivo” que logran el apoyo “sicológico, motivacional, valores y educativo” que imparten.
“Incluso cuando pasó el huracán María, ellos fueron los únicos que abrieron el centro de tutorías y siguieron con los estudiantes para que cuando empezaran la escuela ellos no se nos atrasaran. Ellos le enseñaron a los jóvenes el valor de los estudios, de la naturaleza, ellos hicieron sus murales, les enseñaron a sembrar cosas que normalmente en ninguna escuela lo dan. Ellos nos enseñan a nosotros los padres a luchar por los derechos de nuestros hijos y que le brinden la educación que merecen”, sostiene.
“Tengo un deseo extraordinario de que Puerto Rico sea lo que nosotros queramos que sea y no lo que dicte otro”.
Cuando visitan las zonas naturales, sus participantes se topan con la bióloga Diana Ferro Díaz, coordinadora del programa “Raíces urbanas”, quien indica que el mismo se basa en dos partes: la reforestación del humedal y la parte educativa.
“Nosotros recibimos visitantes y estudiantes que tienen esa oportunidad de ir a la reserva y tomar el recorrido educativo para que aprendan del ecosistema que es la ciénaga y los componentes sobre la fauna y la flora que se encuentra en ellos y cómo uno los puede proteger y conservar”, detalla.
Agrega que tras la interacción con la naturaleza, “tú ves esa transformación, ese cambio en ellos”. “Primero es: ‘no, yo no quiero entrar’ y después es: ‘misi, ¿podemos ayudarte?’ porque hay muchos niños que he tenido conversaciones con ellos que es esa cultura de si mamá y papá no llegan a terminar su cuarto año ni llegan a la universidad, por qué yo lo voy a hacer. Poco a poco nosotros los vamos llevando de la mano hasta que lo logran; si ellos quieren, lo logran”, cuenta conmovida.
De solo recordarlo se emociona, porque atestigua un momento de cambio de un participante. “Cuando descubren que son capaces de lograrlo, que tiene ese gran potencial, cambian por completo”, insiste Ferro.
El director de Caras con Causa se nutre de historias como esa para seguir, aunque muchas veces sea cuesta arriba. “Tengo un deseo extraordinario de que Puerto Rico sea lo que nosotros queramos que sea y no lo que dicte otro”, subraya e invita a “hacernos valer por nosotros mismos”. “Pues sí, salgamos de casa y vamos a meter mano”, exhorta para involucrarse en la labor voluntaria.
Caras con causa
¿Qué aspiran lograr?
Impulsar el desarrollo comunitario sostenible junto a comunidades de Cataño y Guaynabo como Vietnam, Sabana, Amelia, Puente Blanco y Juana Matos, entre otros residenciales públicos de la zona. Erradicar la pobreza para que abunde la calidad de vida en comunidades marginadas con un acercamiento holístico en cuatro áreas programáticas: participación comunitaria, educación, ecología y desarrollo económico comunitario. Se definen como colaboradores de la comunidad por lo que incentivan alianzas con comunidades, la academia, el sector privado, el gobierno, grupos cívicos y voluntarios.
Un logro significativo reciente
Mantener los servicios de manera ininterrumpida logrando atender en el 2018 más de cinco mil participantes que hoy no forman parte de las estadísticas fatales.
¿Sabes qué áreas abarca esta organización sin fines de lucro? Descubre el universo ambiental y sus posibilidades.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Vemos sus campañas publicitarias que potencian la belleza y eficacia de nuestra naturaleza, que inspiran a cuidarla y pensamos que la ciencia saltó de las páginas de un libro y está cerquita. Para la Naturaleza es una organización sin fines de lucro que dedica sus esfuerzos a que la ciudadanía logre la sustentabilidad de Puerto Rico como una vía para lograr la calidad de vida deseable.
Su presidente, Fernando Lloveras San Miguel, destaca que además de la labor de conservación, también dedican una gran parte de sus esfuerzos a aportar a la política pública del país que afecta el ambiente natural boricua.
“Siempre hemos trabajado en política pública”, reconoce Lloveras. “En el 2001 logramos pasar la Ley de Servidumbre de Conservación de Puerto Rico, que era un proyecto de incentivos contributivos para personas privadas e individuales que quieren hacer conservación”.
Pero en el 2010, expandieron horizontes y comenzaron “a mirar la isla completa”, según narra Lloveras. Contaban con reservas naturales como la Hacienda Buena Vista, la Hacienda La Esperanza y Las cabezas de San Juan, en las que pueden demostrar al público conceptos de conservación, pero no les bastaba. Decidieron entonces “tomar un rol de pensar en la isla completa y ayudar”.
“Así que hicimos todo este análisis, estuvimos 3 ó 4 años en diferentes fases y logramos hacer el Mapa 33”, resalta el presidente.
El llamado “Mapa 33” recoge todas las áreas que cuentan con una alta biodiversidad que resultan vitales para su funcionalidad ecológica. “Creamos un mapa que protege el 33% de la isla y, basado en ese mapa, cuando la Junta de Planificación empieza a trabajar en el Plan de Uso de Terrenos, usa mucha de esa información que nosotros trabajamos para hacer el mapa, eso les ayudó mucho en el proceso de decisión. Ese es el primer Plan de Uso de Terrenos que tiene Puerto Rico”, destaca el presidente sobre la importancia de la aportación.
INTERÉS PARA REPARTIR
“Desde que pertenezco a Para la Naturaleza, mis sentidos como que se han agudizado”, acepta María Eugenia del Río, líder voluntaria de la organización, quien reside en Morovis.
“Yo veo ahora lo que antes yo no notaba y pienso que cada persona que pueda estar en contacto con la naturaleza y que tenga el conocimiento que uno puede derivar de los talleres que se dan en Para la Naturaleza, los protocolos, en las ferias que se dan anualmente y en cada localidad, la gente va a estar más preparada para enfrentar los cambios que ya tenemos y estamos experimentando”, señala del Río.
“En la medida en que tú sacas la ciencia de los libros y la llevas afuera, pues hay una transformación porque lo que quizás es la teoría, en la práctica es otra cosa, es mucho más interesante”.
No trabaja en nada vinculado ni a la ciencia ni a la naturaleza, lo que en principio la hizo dudar de sus capacidades para este tipo de voluntariado. Cuando le entregaron el equipo que debía manejar, volvió a temer. Luego se dio cuenta que lo único que se requería era interés. A ella le sobraba.
“En la medida en que tú sacas la ciencia de los libros y la llevas afuera, pues hay una transformación porque lo que quizás es la teoría, en la práctica es otra cosa, es mucho más interesante. Entonces, ahí tú te das cuenta que la naturaleza es tan perfecta, pero esa perfección de la naturaleza tú solo la puedes experimentar afuera”, señala la voluntaria que comparte una de las vistas más hermosas que ha podido descubrir en su labor: los amaneceres que se ven en Ojo del Buey, en el barrio Mameyal en Dorado.
“El objetivo principal que tiene Para la Naturaleza es que la gente conozca su ambiente, lo que le rodea, porque de la única manera en que tú puedes proteger las cosas y cuidarlas es si las conoces”, indica del Río.
Para la Naturaleza cuenta con un verdadero ejército de voluntarios que no solo le ayudan en las labores de conservación y difusión de información, sino que colabora también en investigaciones. La red está compuesta por distintos tipos de voluntarios como el eventual, el recurrente, el líder, el Ciudadano Científico y el Ciudadano Botánico.
La coordinadora de voluntarios y relaciones con la comunidad, Astrid Maldonado de Jesús, los atesora y destaca que cada puertorriqueño puede colaborar en distintos grados. La organización cuenta con líderes para las regiones metro y norte de la isla.
“Ningún ser humano puede vivir sin agua, ¿verdad? Sin embargo, mucha gente no sabe de dónde viene su agua. Nuestra primera razón de ser es conservar terreno y, a la misma vez, involucrar a las personas. Cuando las personas se ven integradas, cuando descubren que la ciencia tiene que ver con cada uno de nosotros, ahí las personas siguen buscando cómo se pueden involucrar”, garantiza Maldonado.
“Estás practicando un procedimiento científico y lo estás llevando al público general, aunque muchas veces pensamos que la naturaleza o aprender de ella es solamente para los niños. Y ver la interacción de jóvenes universitarios con personas mayores del voluntariado y no ver esa diferencia de edad, que la veo en otros espacios de que ‘ay, él es niño, él es adulto y él es viejito’, no, ahí todos son voluntarios y cada uno aporta desde donde está y eso es lo otro importante”, agrega Maldonado.
Una de las mejores maneras de describir la significativa gestión de los voluntarios está justamente en una cita en la página web de Para la Naturaleza. Dice Margaret Mead: “Nunca dudes de que un grupo de ciudadanos comprometidos y conscientes puede cambiar el mundo; de hecho, es lo único que siempre lo ha hecho”.
En Para la Naturaleza parecer ser un requisito.
Para la Naturaleza, unidad del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico
¿Qué aspiran lograr?
Proteger los recursos naturales e históricos de las islas de Puerto Rco para conservar su diversidad biológica, garantizar el buen funcionamiento de sus ecosistemas y asegurar la protección del 33% de los terrenos del país para el año 2033. Integrar a la sociedad en la coservación de los ecosistemas naturales al proveerles experiencias transformadoras que inspiren y motiven acciones concretas.
Un logro significativo reciente
Recibir el Environmental Champion Award que otorga la Environmental Protection Agency, liderar el esfuerzo de evaluar condiciones de cerca de 5,000 estructuras históricos en Puerto Rico luego del huracán María e instalar sistemas de energía solar y agua potable en 30 centros comunitarios.